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Más hombres se animan a extrañarse y volverse desafío

  • Psic. Julio Nicolás Méndez
  • 1 nov 2019
  • 2 Min. de lectura

LOS CABALLEROS DE LOS ESPEJOS ROTOS

Las exigencias de los estereotipos sociales, recaen en todas las personas. Los hombres, no están ajenos de esta situación. Los guiones culturales enajenan la cualidad del ser, poder elegir algo distinto al deber-ser en relación a los géneros.


Pensar el género masculino, como un espacio de ruptura que impone desarmarse y armarse para poder sostenerse con un otro y con uno mismo.


Usualmente, el varón tiene que construirse de una determinada manera, donde tanto el cuerpo como las emociones, se vuelve esclavos de los ideales. Exigencias que recortan al sujeto, que posicionan al hombre en un determinado lugar. Si bien a nivel social, los discursos hegemónicos ubican al hombre por encima de los demás, el género masculino produce una forma de ser, que no es sin angustia e impotencia.


Actualmente, hay una idea de que el hombre tiene que comportarse de una determinada manera, sino existe la posibilidad de perder ese estatuto. Justamente, hombres inmaduros, toscos, apáticos, etc., todas etiquetas que se le adjudica al género masculino. La posibilidad de estar en falta con el guion cultural, produce altos grados de frustración. Hombres que se sienten incomodos con la posibilidad de entrecruzar los géneros, de repensar el concepto de hombre y darle una nueva forma. existe una gran resistencia a formarse en relación a las nuevas ideas que traen los movimientos sociales actuales, tales como el feminismo, las teorías queer o la cultura LGBT+.


Sin embargo, la figuras “adoradas” en tanto modelos sociales, exigen a los veneradores ser parecidos. Parecerse al ideal de lo masculino, da lugar a múltiples sacrificios subjetivos que se perciben como necesarios para acceder a un lugar que no es de nadie pero que quiere ser de todos.


La época de los narcisos, propone una dificultad para sostener los vínculos en virtud de “lo macho”. ¿Qué será esto? El cuerpo termina siendo un campo donde las exigencias germinan, miremos a los músculos engrosados como imagen de lo masculino. La cultura actual, aparte de construir un ideal de salud y de belleza, también produce un vínculo con nuestros reflejos. El espejo se volvieron nuestros ojos, donde tanto hombres y mujeres se recortan. El hombre de gym, de barba, alto, con voz gruesa, con conocimientos técnicos; sigue resistiendo como forma de ser.


Lo que está por fuera ya no es femenino, es lo extraño. Por suerte, cada vez más hombres se animan a extrañarse y volverse representantes de un desafío, re-escribir su propia forma de ser hombre.

 
 
 

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