Dear suegrita
- Psic. Ana Ruiz
- 11 dic 2018
- 2 Min. de lectura
Dear suegrita.
“Hay presencias que nos marcan, que nos cambian, que nos mejoran." (ÁngelesMastretta, 1998)
Para Doña Chayito. Gracias por todo el tiempo compartido.

Con la llegada de diciembre, llegan tambien las fiestas, reuniones y los deseos sinceros de paz, amor y armonía familiar. No obstante, la armonía familiar no siempre existe o en ocasiones, solo viene disfrazada de tolerancia, sobre todo hacia los familiares políticos. Entre los miembros de la familia política podemos encontrar la figura de las suegras; quienes a lo largo de los años han sido mal representas, dibujadas desde una perspectiva machista, señaladas como objeto de burla o chiste, incluso representadas como brujas. Estos estereotipos nos han dibujado en el imaginario colectivo a madres insufribles y sobreprotectoras, criminalizadas por sus afectos. Probablemente luego de leer esta descripción venga a su mente el recuerdo de alguna suegra. Sin embargo, el dia de hoy no estamos acá para abrir un juicio en contra de las madres de nuestras parejas. Por el contrario, en este articulo me daré el permiso de contar mi experiencia.
Meses antes de conocer a Doña C, se me destrozaban los nervios cada que pensaba en el dia que la conocería, pues esta era la primera vez que tenia una suegra, o al menos una relacion formal. La familia dibujó en mi imaginario a una mujer, seria, seca, dura, intransigente y quien no aceptaba el mínimo error. A veces pasaba horas imaginando el primer acercamiento que tendríamos: ¿Qué cosas le preguntaría? ¿Sobre qué hablaríamos? Esta ultima pregunta me daba vueltas una y otra vez, pues hasta donde yo entendía, no teníamos nada en común. No recuerdo exactamente el primer encuentro, pero no fue tan caótico, lo siguiente que recuerdo es que poco a poco pasamos de tener platicas superficiales como el clima a saber quienes eran sus locutores favoritos, sus canciones preferidas y que era lo que más extrañaba de sus amigos. Cuando menos me di cuenta, pasaba mis sábados por la mañana desayunando con ella, entre café y quesadillas. Hemos compartido días enteros en la cocina, uno de los lugares donde se siente cómoda, hablando de nuestras infancias; yo escucho, observo a detalle sus formas de preparar cada comida, ella guisa y entre platicas revela los secretos aprendidos entre tantas vidas y tantos trabajos, secretos que sólo ha compartido con sus hijas y nietas.
A veces, cuando pienso en la etiqueta que define nuestra relacion, se me llenan los ojos de lágrimas. Me pregunto si todas las personas tienen la dicha de compartir saberes con mujeres que representan parte importante en la vida de las personas que escogimos para pareja. Se me llenan los ojos de lágrimas, porque es una persona importante en mi vida y porque espero, sepa el cariño que le tengo. Se que este articulo no llegara a sus manos, ni a sus ojos, pero ustedes que están leyendo esto acérquense a sus suegras, cuando conocemos su historia, entendemos la historia de nuestras parejas.

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