Macho Alpha u hombre
- Psic. Donovan Ordáz
- 1 nov 2018
- 2 Min. de lectura
Macho Alpha u hombre

A cada uno de los sexos se les presiona socialmente con expectativas de género antagónicas: se espera de los hombres que sean fuertes, valientes, fríos y racionales, poderosos, líderes, defensores de su “honor”, estables, duros, individualistas, intelectuales, agresivos, sexualmente activos, sostenes económicos de la familia, etc. De las mujeres, por tanto, se espera que los complementen con lo contrario: siendo débiles, cobardes, emocionales, sumisas, resignadas, inestables, frágiles, empáticas y abnegadas, presumidas y superficiales, pacíficas, sexualmente pasivas, amas de casa y cuidadoras lo cual es bastante trillado.
Aunque en esta época ya hay más apertura e integración aun traemos patrones educacionales por lo que nos falta mucho como sociedad.
En el caso de las mujeres, en la etapa cercana a la adolescencia y preadolescencia, estas exigencias se acrecientan. Como en los aparentemente ajenos ritos de paso, los chicos deben demostrar ser dignos de ese “género superior” si no quieren ser marginados, lo cual a menudo incluirá la exigencia de vencer, mofarse, discriminar u oprimir a otros más débiles para hacer alarde de su poder si no quieren ser ellos los oprimidos. Así mismo, tanto entonces como en su adultez, las muestras de afecto y apertura emocional hacia otros hombres se ven extremadamente limitadas, si no eliminadas, bajo la pena de la marginación que implica que pongan en duda tu “masculinidad”.
Además de todo esto, la presión social exige a los hombres una recepción sexual constante: nunca deben negarse, tiene siempre que estar dispuesto, nunca pueden sufrir impotencia ni eyacular demasiado pronto. Cualquiera de estas cosas es motivo de mofa, vergüenza y, con respecto a la falta de interés, acusación de homosexualidad dándole mal uso y connotación al término que no tiene nada que ver.
En conclusión, esta educación sexista construye no sólo mujeres sino también hombres presos a sus expectativas de género. Hombres privados del derecho de expresar emociones básicas o estados como el miedo, la timidez, la debilidad, la torpeza, el fracaso, la equivocación, la inseguridad, el enternecimiento, la empatía, el afecto, el llanto, la delicadeza, el perdón… Hombres, en definitiva, emocionalmente castrados; que sufren, al igual que las mujeres, violencia por cuestiones de género cada vez que son hostigados, presionados, burlados, humillados y hasta agredidos para adecuarlos a su rol dejando a un lado la aceptación y reconocimiento de que antes de ver un genero somos seres humanos con una gran necesidad de experimentar con el entorno para forjar su identidad y personalidad .

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