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Eres mi Amiga. Eres mi Hermana

  • Psic. Mónica Pérez
  • 1 dic 2017
  • 2 Min. de lectura


La familia es de manera indiscutible el primer vínculo que tenemos en la vida y define nuestra personalidad en distintos niveles. Dicen por ahí, también, que la familia no se escoge pero ahí creo que podemos hacer un paréntesis y resignificar esta línea de pensamiento.


A lo largo de la vida se crean y construyen vínculos que por una parte no son consanguíneos ni tienen el carácter de doméstico pero que son al mismo tiempo espacios de identificación y contención.


Además se deconstruyen en repetidas ocasiones. Para las mujeres, específicamente, este tipo de relaciones tienen un peso muy importante en la vida afectiva.

Las amigas, desde la infancia son una variante de las hermanas y las primas, con la particularidad de que a ellas las escogemos.


Y aunque estas no siempre duran demasiado, tienen, sin excepción un lugar único en lo afectivo femenino. Las amigas se convierten en hermanas en la vida, hermanas de diferente núcleo familiar pero con la misma forma de pensar y de sentir y con diferencias que nos ayudan a entender la vida y a las personas sin esfuerzo.


Son estas hermanas en la vida las que guardan los mayores secretos, las que son valientes para decirnos lo que realmente piensan y nos escuchan incansablemente a cambio de darnos sus secretos y escuchar las verdades que podemos llegar a decirles.

Pero quizás la parte más importante de estas relaciones es que se construyen desde la elección, es decir, elegimos a nuestras amigas y desde luego podemos elegir cuando esas relaciones necesitan una pausa o es necesario cerrar el ciclo con ellas. Y eso es lo que las hace ser parte del proceso de empoderamiento, la capacidad que tenemos para elegir quienes serán nuestras hermanas de vida y en que procesos.


Las amistades forzadas no existen o no deberían existir, no hay nada que nos vincule de manera permanente a ellas y aunque siempre es doloroso terminar una amistad, sobre todo si ha sido larga, debemos recordar que así como pudimos elegir entrar en esa relación podemos elegir salir de ella o darnos un espacio cuando sea prudente en función de replantearnos la pertinencia de la misma, todo ello en un marco de lealtad y cariño que es lo que define a las amistades verdaderas.


Así, podemos tener una familia que hemos escogido y con quienes habremos de vivir una experiencia de relaciones afectivas sanas y constructivas, como la familia debe ser.

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