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México, mira como tiemblo

  • Psic. Mónica Pérez
  • 10 oct 2017
  • 2 Min. de lectura

19S. El miedo mexicano.

El 19 de Septiembre se ha convertido para los mexicanos en un referente de vulnerabilidad y miedo. Lo ominoso de aquella profecía de los que, aunque niños, vivimos el terremoto del 85, se hizo realidad. “Dentro de 30 años”, decían. Fueron 32. El mismo día, a tan solo un par de horas del simulacro conmemorativo al que muchos no atendimos a pesar de que una semana antes nos había temblado con lujo de luces de terremoto. En México, sólo en México pudo haber pasado. Terremotos el mismo día con treinta y dos años de diferencia. El miedo es el mismo. Es ese terror a que la vida se nos vaya en un derrumbe, a perder a quienes amamos entre los escombros.


Al temor chilango instaurado en el 85 ahora se suma la alerta sísmica como un aviso de desastre inminente. La falla en la electricidad, las líneas telefónicas y el olor a gas complementan la versión mexicana del Apocalipsis. No obstante de este miedo surge un gran poder, el de la solidaridad. No solo en este año ha quedado claro que es la fuerza de los ciudadanos la que hace la diferencia en una tragedia de esta magnitud. Para sacar heridos de entre los escombros, para rescatar animales, para hacer y organizar donaciones, para levantar centros de acopio y albergues e incluso para brindar apoyo emocional. El miedo mexicano nos levanta, nos mueve, nos saca de un letargo sociopolítico y nos da impulso para seguir. Pero prevalece, subyace en forma de nerviosismo constante, de una necesidad casi desesperada de que alguien, algo, nos de otra profecía o nos diga cuándo va a volver a temblar. No hay forma de salir del laberinto del miedo más que tomando el control de nuestras emociones, quitándole poder a los medios de comunicación y a la falsa información que circula en las redes para empoderarnos y entender que cualquier día podría temblar de nuevo pero mientras eso no suceda es imprescindible retomar nuestras actividades y volver a la cotidianeidad a la brevedad posible.


Nunca vamos a ser más fuertes que un sismo, porque la naturaleza es implacable e impredecible, pero de lo que si tenemos control es de nosotros mismos para saber cuándo y cómo parar este terror que nos produce la tierra cuando se mueve.


El miedo mexicano es transversal a nuestra cultura y sabremos vivir con él y ser resilientes como siempre lo somos, más allá del dolor que nos produce la tragedia e incluso a través de ella.


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