Saliendo del closet/armario
- Psic. Guillermina Flores Barrenechea
- 28 feb 2017
- 3 Min. de lectura

“Pero estaba desesperado por tener alguna idea por saber lo que me esperaba en el otro lado de la puerta del closet”
Testimonio

Este es un testimonio de un entonces joven, ahora adulto, buscando respuestas acerca de algo que no entendía: su probable homosexualidad, pero podría pasar por el testimonio de cualquier persona, de cualquier edad. Podría ser un niño asustado, fantaseando acerca de terribles alimañas dentro del armario o de un joven buscando cruzar la puerta de sus oportunidades, esperando que lo que hay del otro lado sea la vida que siempre había soñado. No siempre se tiene lo que se espera del otro lado y menos creyendo que todo se resolverá al cruzar.
Entonces el closet se vuelve no sólo un símbolo de lo no dicho por las personas que no están seguras de comunicar al mundo su orientación sexual. Más bien es un símbolo del miedo, del miedo a la ambigüedad, pero al mismo tiempo es un símbolo de lucha por mantenernos indecisos, no luchando realmente para no tomar una decisión, sino más bien luchando por no pensar en las opciones, no pensar en la realidad, en las repercusiones y tristemente por añadidura tampoco en las ventajas de salir de ahí, no sólo en un caso de orientación sexual, sino de cualquier persona con miedo, es decir de cualquiera.
El closet puede ser complicado, se dibujaría como demasiado pequeño, oscuro, con demasiadas cosas dentro, por lo tanto bastante incomodo y en donde por definición una persona no tendría que estar más del tiempo necesario como para escoger la vestimenta de ese día, pero en ocasiones da más miedo salir de ahí por no saber con que disfraz salir esa mañana o de estar cansado de salir con el mismo disfraz igual de incomodo que el mismo closet o si será mejor salir desnudo.
En el closet podrían estar unos padres de familia que luchan por que a su hijo no se le diagnostique con autismo, aunque tengan una escuela insistiendo acción, en donde es preferible no llevarlo a un especialista o a varios para resolver la situación, o puede ser un joven insatisfecho y desesperado con su matrimonio de algunos años, en donde es preferible quedarse con lo conocido; o un pequeño abrumado por no tener amigos, pero donde es preferible quedarse aislado para no sentir el “inminente” rechazo como él ya lo ha imaginado.
Todo sería más fácil, si supiéramos que hay del otro lado del closet, si todo nos garantizara que aunque fuera difícil, todo lo complicado, incomodo, oscuro, doloroso y triste acabaría al poner un pie fuera de ese pequeño espacio. Teniendo aunque sea un poco la idea de encontrar esa solución, esas respuestas, pero no las hay, por lo menos no antes de vivir la experiencia de salir de él, por eso ahora les dejo una reflexión o una pregunta ¿salir del closet es sólo para la comunidad LGBTI? Me parece más bien que es para todo aquel que ostente el título de ser humano, en los momentos en que las decisiones provocan temor o incertidumbre o ambas, asustado no sólo del mundo y sus amenazas, sino también y principalmente de sí mismo, pero si está considerando la opción de un camino fuera del armario, será porqué tiene la esperanza que afuera podría moverse con mayor libertad para vivir los siguientes éxitos y fracasos, es decir, vivir la vida.
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