La mejor defensa es el ataque
- Psic. Guillermina Flores Barrenechea
- 18 nov 2016
- 3 Min. de lectura

DE QUÉ ME SIRVE AGREDIR
Voy a poner varias situaciones: Le entregaron las calificaciones a tu hijo y te las enseña. Al revisar, vez que tiene varias materias bajas y alguna reprobada. Comienzas a hablar con él e inmediatamente se empieza a enojar, a retorcer, probablemente a hacer berrinche o a decirte que no quiere hablar de eso, te detienes y buscas darle su espacio, para en otro momento volver a intentar hablar, pero siempre que abres el tema, te responde de la misma forma. Por otro lado, estás con tu esposa y al parecer tenían una cita para hacer un trámite. Llegan a las oficinas burocráticas y tu esposa se da cuenta que se le habían olvidado los papeles necesarios para el trámite. Le preguntas que ha pasado, donde están los papeles y la respuesta es un grito de reclamo por lo poco que te involucras en esos asuntos y que ella tiene que resolver siempre todo. En ocasiones en estas circunstancias detectas un pleito seguro y te limitas a guardar silencio, pero en otras ocasiones respondes con la misma intensidad, con otro reclamo igual. Finalmente estás en el tráfico, tenías una junta importante a la cual, por la hora, sabes que no llegarás a tiempo. No es la primera vez que te sucede. Al llegar, tu jefe comienza a cuestionarte tus constantes retrasos. Tu primer respuesta es manotear y empezar a vociferar lo imposible que es vivir en esta ciudad y que si pudieras ya te hubieras mudado a otro sitio, terminando con la pregunta a tus compañeros que observan – o no?- tratando que ellos se pongan en tu mismo tono de fastidio hacia esta caótica ciudad. Son situaciones diferentes, pero en todas, el común denominador es el enojo después de un cuestionamiento. ¿Alguna vez has estado en momentos parecidos? en donde el enojo se vuelve tan grande que es preferible dejar las cosas así, a alimentarlo y hacerlo crecer, o probablemente has estado en una situación en donde tú seas el que de una respuesta a algún cuestionamiento en forma de explosión de furia tal, que la otra persona prefiere detenerse o más aún buscar calmarte. En todas esas ocasiones el enojo puede estar cumpliendo una función muy importante para la persona que lo expresa. Desde hace millones de años el enojo y las respuestas agresivas han servido como protección ante amenazas reales de otros individuos o de algún animal y actualmente tienen el mismo objetivo, pero en formas más complejas. En las situaciones que mencioné antes y otras semejantes, la función podría ser la de detener algo, cortar con lo que está pasando en ese momento, cortar la comunicación, cambiar el punto de atención. Como si fuera una medida desesperada por distraer a lo que parece una amenaza. Finalmente terminará teniendo más importancia la explosión que lo que pasó antes y en muchas ocasiones la otra persona se engancha también en el cambio de prioridades y ahora lo importante será buscar formas para que ese enojo disminuya y no reviente o comenzará una batalla campal, donde el enojo y la agresión son los protagonistas. ¿Pero de qué podrías querer distraer a alguien en una situación así? Podríamos entenderlo como una forma consciente o inconsciente de distracción para el pensamiento. ¿En qué momentos en tu vida, las situaciones se han vuelto tan complicadas que prefieres dejar en pausa o mejor aún dejar en el olvido esos eventos? aunque estos sigan existiendo y más aún se sigan complicando, pero por momentos preferirías cerrar los ojos, los oídos, la piel, la mente, pero para eso se necesita un distractor muy potente, EL ENOJO. El enojo en estos casos anula la posibilidad de pensar, lo cual sí equivale a un riesgo, ya que se tendría que pensar en ocasiones en el error, en la equivocación, otras en lo que no funciona y eso podría ser bastante doloroso, pero el enojo no sólo limita el pensamiento, sino también en consecuencia limita la solución, limita el poder encontrar respuestas idóneas o más creativas a lo que estamos haciendo en ese momento. Con más o menos palabras Freud explicaba que lo que no se elabora se repite y el enojo podría cumplir con la función de supervivencia, pero la conducta, actitud o pensamiento conflictivo seguirá ahí hasta la eternidad, teniendo que inyectar de manera cada vez más frecuente el paliativo equivocado, EL ENOJO.
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